jueves, mayo 26, 2005

R.E.M. & Roll en el nuevo los Cármenes (Granada 25/05/2005)

La expectación creada en torno al concierto de R.E.M. en Granada era inusitada por varios motivos: se trata de una banda totémica que lleva más de veinticinco años en esto de la música y -lo chocante- sin hacer concesiones comerciales, aterrizando en la ciudad de la Alhambra como única fecha andaluza y teniendo que bregar con una abrumante persecución mediática. Además suponía el primer concierto de rock en el Nuevo Estadio Los Cármenes, que antes sólo había albergado recitales endémicos de Alejandro Sanz y Operación Triunfo. El elevado precio de la entrada y la amplitud del recinto quizá hayan sido las causas de que algunos extremos del graderío lucieran deshabitados. Sin embargo, lo que anoche presenciaron los granadinos fue un espectáculo difícilmente repetible.

Tras el paso de una calurosa tarde, entre el previo discreto con los teloneros Fábula, irrumpieron en el diáfano escenario Peter Buck, Mike Mills -arropados por los ya veteranos músicos de apoyo Ken Stringfellow, miembro de The Posies y productor de la banda local Cecilia Ann, y Scott McCaughey, de The Minus Five- junto a la reciente incorporación del ex batería de Ministry, Bill Rieflin. En último lugar apareció Michael Stipe, enfundado en traje oscuro y corbata, con media cara pintada. La excentricidad tomaba posición.

R.E.M. no venían dispuestos a desplegar un discurso musical previsible, plagado de ‘singles’, y lo dejaron claro abriendo con “Leave”, canción del malogrado “New adventures in Hi-Fi”, que en nueve años de existencia jamás habían interpretado en directo. No se equivocaba Stipe cuando a su llegada a Granada afirmaba “tengo la sensación de que será un concierto potente”. Y es que las guitarras eléctricas de Buck soportaron el peso de una parranda sonora que jugó al despiste en todo momento: “So fast, so numb” de la obra mencionada, “Me in honey” (cierre del esencial “Out of time”, intacta desde hacía diez años) o el rescate de la olvidada perla del pasado “World leader pretend”. A nadie le importaba reconocer o no cada tema, porque todo sonaba a pieza importante, a himno potencial. Cualquier cosa cantada por Michael Stipe se convierte en una bella letanía.

El otro grueso del concierto fue el último trabajo de la banda de Athens. “Around the sun” es un disco realizado por la urgencia de desbancar a Bush de la presidencia de EEUU, lo que confirió seriedad cuando las cámaras apuntaron al texto de “I wanted to be wrong” o el sentimiento ‘folkie’ impregnaba “Final straw”.

Antes de llegar a los bises Stipe no dejó de declamar uno de sus temas favoritos: “Walk Unafraid” (cuyos versos iniciales fueron compuestos por el líder de U2, Bono). Y en el pertinente amago de clausura, la razón por la que muchos habían pagado el precio de la entrada: “Losing my religion”. Pocas veces la gente pide “otra” con tanto fervor, rara vez vuelven todos a casa con una sonrisa en el rostro.

Rock & Roll animal

Esta etiqueta que Lou Reed apostilló en forma de disco sirve para definir al ‘front-man’ Michael Stipe. El tímido universitario que en su día estudiaba Arte se torna en voraz estrella cuando pisa el escenario. Una teatralidad escénica curtida a lo largo de más de dos décadas de tablas, llegando a ‘merendarse’ al público con antojo mediante poses, miradas y bailes extravagantes. Así es Mike, un escuálido cuarentón de cráneo rasurado capaz de conducir emocionalmente todo un estadio de almas.

Eduardo Tébar

lunes, mayo 23, 2005

Una noche con Panero (Barcelona 09/03/2005)

Entre semana, en plena época de exámenes, me vienen a decir que hay un concierto de presentación del libro disco de Panero… entrada de guay y por la cara.

El sitio era la Paloma, con un ambiente muy logrado, con carpas, alfombras por el suelo y mucho humo… de velas… El jambo que nos dio la bienvenida estaría hasta los huevos de llevar el turbante porque arrastraba una cara de mala leche impresionante. Si hubiera sido por mi me hubiera quedado en el suelo, encima de una alfombra a intentar levitar con el humo que salía del suelo… pero subimos al primer piso detrás de Chus (bendito sea) y acabamos compartiendo mesa ( y vela) con dos personajes… Un músico a la espera de suerte, y el ex-representante de Rebeca…

Pasaron un documental sobre un día con Panero, subtitulando a Panero…que hablaba castellano, pero a su manera… Cuando acabó me empecé a arrepentir de haber ido, el disco tampoco me había encantado, y me daba la sensación de que me iba a aburrir soberanamente…

La presentación del concierto acabó con algo así “olvídense de Bunbury, Ann, Galindo y Ponce, porque no han venido… hoy actuarán Enrique, Carlos, Bruno y Jose Mª…” y tenía razón. Abrió el concierto Bunbury con (para mí de las mejores canciones del disco) Peter Punk… siguieron canciones, poemas recitados por Ponce, música electrónica… Todavía se me cae la baba cuando veo a Carlos Ann cantando y a Bunbury haciéndole coros con un megáfono… No había ningún protagonista… todos se necesitaban unos a otros, aunque la más necesitada era la botella de JB… que tenía lugar vitalicio en la mesita del escenario. Ann era el más implicado, en casi todas las canciones estaba por detrás del cantante, metiendo efectos, extasiado, sudando… claro, con esa chaqueta (…)

El tiempo iba pasando, las canciones se hacían cortas, Panero subía demasiado al escenario… todavía no me explico como podía mantener en equilibrio un cartón de Marlboro, el cenicero y poder sujetarse el cigarro eterno mientras pasaba hojas del atril.

Y acabó. Con los ojos irritados del humo miré a Chus y mientras me secaba la baba nos preguntaba si nos había gustado… ¿sí? Pues bajamos, a ver si podemos entrar… nos despedimos de los dos personajes (más majos que pá qué) y volvimos a seguir a Chus… él sabría donde iba… y tanto si lo sabía…ale, delante de los camerinos nos dejó. Sale Ann con los ojos más rojos que yo y abraza a Chus… yo flipando. “Pero, ¿qué hacéis aquí? Subid, hombre…”. Chus nos mira (servidora y la gran hija de puta de mi lado, la que me consiguió la entrada, teníamos los ojos como platos)... “Oye Carlos, que ellas (nos señala) querían conocer a Bunbury”… yo pensando… ”oye, que conociendo a Carlos también estoy satisfecha”.

Bueno, el caso es que acabamos entre camerinos y gente yendo a todos lados, el señor Panero me aplastó con una pared delante del camerino de Bunbury… y ahí nos quedamos, parados como idiotas… mirando como Bunbury se hacía un porrito con la botella de JB entre las piernas, tenía su técnica. Chus hablando con todos de precios de amplificadores, Panero paseándose con el cenicero… pa flipar.

Chus (buenazo) salió y dijo que lo sentía… que no podíamos pasar… ya ves tú, estábamos al lado de la puerta abierta del camerino.

En fín, un placer.

Marta Núñez

sábado, mayo 14, 2005

Concierto heroico de Bunbury (Granada 13/05/2005)

Enrique Bunbury repetía anoche en Granada tras su glorioso paso por el Palacio de Congresos el pasado mes de julio. En esta ocasión el espectáculo tenía lugar en un carpódromo auspiciado por Movistar, provisto a modo de discoteca desmontable y lejano a la iconografía circense y opulenta que tanto le gusta al zaragozano.

Con una escueta disposición visual y de efectos luminosos, sin ambages apabullantes como los acordes de Nino Rota, y el único anticipo de Reverend Horton Heat en la megafonía, todos los caminos llevaban al mismo sitio: “se trata de ubicar el show del rock n’ roll en un recinto personalizado”, apuntaba Bunbury el día anterior. Y así fue, Enrique y su banda de ocho músicos, El Huracán Ambulante, irrumpieron en el escenario con “El club de los imposibles” dejando claro que sólo allí estaba la exhibición.

“El viaje a ninguna parte” es el título de la novela y película de Fernando Fernán Gómez, pero también del último disco de Bunbury. Una reivindicación del artista de oficio relatada a través del periplo musical que va desde Argentina o Perú, pasando por el Caribe y que llega hasta Nueva Orleans. Así es el universo del cantante maño y así desarrolló su concierto, trasladándose a EEUU en “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, al mediterráneo en la revisión de “Desmejorado” (tema que compuso para Raphael) y reponiendo fuerzas en la Plaza de Garibaldi mexicana con “Y al final”. No faltaron las invariables del cancionero, como “Alicia”, “Salomé” o “El extranjero”, que subsisten a las mutaciones sonoras del autor.

Sorpresa

La sombra de Héroes del Silencio tuvo una especial presencia cuando Bunbury preguntó a los asistentes “¿Dónde estaban ustedes hace doce años? Yo me encontraba con Pedro Andreu, Juan Valdivia y Joaquín Cardiel grabando en el estudio de Phil Manzanera”. Y ante el asombro de todos, apareció en el escenario el que fuera guitarrista de Roxy Music y productor de la banda española más internacional. Tocaron “Apuesta por el rock n’ roll”, versión de Más Birras que Héroes del Silencio grabaron en las sesiones de “El espíritu del vino”. Phil Manzanera defendió con una guitarra de ‘jazzero’ el solo que en su día registró Juan Valdivia. Después el abrazo entre ambos: la imagen de la velada.

Pero la huella heroica persistió con los ademanes pugilísticos de “Iberia sumergida” y, sobre todo, cuando en clave de piano bar Bunbury regaló un popurrí formado por “Deshacer el mundo” y “La chispa adecuada”.

Bunbury entregado

Cuatro fueron los bises realizados por Enrique Bunbury, ante más de 2.000 personas que pedían reiteradamente su incorporación al escenario. La entrega del músico fue plena, en un afán compartido con el público por la satisfacción al interpretar “El jinete”, ranchera de Jose Alfredo Jiménez convertida desde hace unos años en un himno rock del repertorio, “Infinito”, ahora revestida de mariachi, o dos de los cortes más excelsos del último trabajo: “El rescate” y el colofón con “Canto”.

Eduardo Tébar