sábado, marzo 17, 2007

Concierto de The Yum Yums (Granada 04/03/2007)

Punk-Powerpop de prescripción facultativa (Sala Planta Baja, Granada, 04/03/2007)

La visita de estos noruegos fue el mejor broche para un buen fin de semana de conciertos en la capital granadina. The Yum Yums supusieron una terapia de lujo para reanimar los cuerpos sacudidos durante las dos noches previas. La del domingo sirvió de quedada para músicos y activistas mods habituales en todos los garitos de la escena. También se acercaron los sucedáneos malagueños Airbag. Y con motivo, porque los nórdicos son para ellos algo así como el espejo frente al que se miran todas las mañanas. Ni que decir tiene que lo vivieron en primera fila casi tanto como el quinteto septentrional.

Muchos de los asistentes se acordaban de la memorable actuación de The Yum Yums en el Planta hace cinco años. Entonces ya eran presentados como la mejor banda de punk-powerpop de Europa, introducidos en España por el desaparecido Kike Turmix, que los publicó en su sello Safety Pin. Además, un ilustre madrileño de adopción como Paul Collins ha tutelado en cierto modo al grupo, en cuyas canciones es evidente la influencia de The Nerves y The Beat, aunque los Ramones siguen presidiendo su capítulo de referencias.

Liderados por el veterano Morten Henriksen, que canta como los ángeles y puntea las cuerdas como cualquier deidad del rock duro, los Yums tocan piezas de no más de tres minutos con una precisión nanométrica, en las que concentran toda la sabiduría de la música contagiosa para izar ánimos bailando. De esta parte se encargó la musa Vibeke Saugenstad, una estrella en Noruega. La hermosa rubia acaparó todo el protagonismo visual, porque encima regalaba sonrisas casi personalizadas. Gestos con los que iluminaba la negrura de la sala desde su posición en el teclado.

Y radiante es el repertorio de los escandinavos. Son buenos, es obvio, pero las tablas pesan mucho. Morten Henriksen tiene más de quince años de experiencia privilegiada, tanto en The Yum Yums como antes había aprendido junto a Steve Baise en The Vikings. Sus conciertos deberían estar recetados por los doctores para despejar dolores del alma y la atrofia en los huesos. Ya sea con clásicos a la fuerza como Come on, come on (dígase «jamón, jamón»), Here comes summer, la «ramoniana» Biggest man o la sugerencia vía Phil Spector de Baby (be my).

Eduardo Tébar

domingo, marzo 11, 2007

Concierto de Yann Tiersen (Granada 03/03/2007)

Eclipse ‘Tiersen’ (Sala Industrial Copera, Granada, 03/03/2007)

Noche de luna llena y de eclipse en Granada. Noche con más calor de la cuenta y con ecos poéticos en las melodías de un francés rubicundo, juvenil y tímido de 36 años. Bajo ese “nimbo divino de plata”, que hubiese descrito Juan Ramón Jiménez, algo mágico pasaba.

La primera toma de contacto del músico multidisciplinar con el público granadino no pudo ser más apoteósica. Cinco días antes del concierto en la sala más grande de la ciudad, la Industrial Copera, se habían agotado todas las entradas. Algunos esperanzados acudieron a las inmediaciones del recinto con la fe depositada en el mercado subsidiario de la reventa. Con y sin ‘ticket’, todos se unieron en una cola kilométrica, escasamente iluminada por el fenómeno lunar, que convocaba a gentes de todas partes y de toda índole. ¿Qué tendrá la música de este franchute que gusta a nietas y abuelas?

Probablemente la profunda belleza de sus composiciones. Delicadas, sensibles, embriagadoras. Su papel de autor en las bandas sonoras de ‘Good bye Lennin!’ y, sobre todo, ‘Amélie’, le ha popularizado en sectores del extrarradio independiente. Conecta con un amplio abanico de personas que se declaran simpatizantes de sus portátiles orquestas emocionales.

Pero los menos introducidos en su discografía se llevaron una sorpresa. Yann Tiersen está harto de ser ese chico triste que toca pianos, acordeones y violines. El melancólico dibujante de postales sonoras se ha tomado un descanso para dejar paso un roquero con unas ansias rabiosas de comunicar. “El rock es la música con la que me he identificado desde que era adolescente”, contaba a los medios. Su formación dual, entre el conservatorio y las salas del circuito ‘underground’ parisino, le permite colgarse la guitarra eléctrica y pegarle hachazos con el mismo virtuosismo que pone en su piano académico.

Limpieza y sordidez. Refinamiento y desinhibición. La Europa de los Tiersen o Neil Hannon parece empeñada en asumir un legado doble. Se nota que el galo viene de un país con una tradición inmensa para la élite del pop y del rock n’ roll abierto a nuevas posibilidades, desde Boris Vian, Eddy Mitchell, Johnny Hallyday y un largo etcétera.

Guitarra al hombro

El francés se trajo una banda esencial de guitarras, bajo, teclados y batería. Con ella reinventó sus canciones más famosas adaptándolas a la clave rock. A veces psicodélico (las ondas Martenot de Chritine Ott protagonizaron gran parte del espectáculo) y otras cerca del punk-rock ‘nuevaolero’.

Yann Tiersen tiene la formación roquera que siempre soñó, contagiada de sus excentricidades, y con ella se atreve a cantar con más soltura. Mientras, Marc Sens saca sonidos rarísimos para lo que suele salir de una guitarra eléctrica, que además toca con arco (en Granada, incluso con ¡un globo!, que le lanzó alguien de las primeras filas), como Eddie Phillips (guitarrista de The Creation) antes de que Jimmy Page le quitara la patente.

Tiersen ofreció las versiones más crudas de ‘Bagatelle’ y ‘Monochrome’, en su día grabadas con la voz de Dominique A. Cogió el violín en contadas ocasiones para tocar clásicos de su repertorio, con movimientos de cintura de lo más lascivos, como ‘La crise’, ‘Le quartier’ o ‘Sur le fil’. Por supuesto, una poco reconocible construcción de ‘La valse D’Amélie’, y el obsequio de un nuevo tema, ‘La rade’, de genuino pop francés que le aproxima a sus cantautores contemporáneos, tipo Dominique A, tipo Benjamin Biolay. Porque Yann Tiersen se ha cansado de ser especial y quiere parecerse a todos.

Eduardo Tébar