sábado, febrero 23, 2008

Concierto de Distritocatorce (Zaragoza 09/02/2008)

Distritocatorce & Amigos: “Al final habrá un día en el que yo me vaya...”

Desde que en Julio del año pasado Distritocatorce anunciasen a través de un sentido comunicado el punto y final a su dilatada carrera, muchos éramos los que esperábamos el concierto con el que el grupo diría adiós a todo su público. Un último concierto en el que ya adelantaban que estarían acompañados en el escenario por un buen número de amigos que de una forma u otra habían formado parte del grupo a través de estos 25 años de travesía musical. Tras varios cambios de fechas motivados por la preocupación de Mariano Casanova y Quique Mavilla para que nada quedase suelto y al azar y también para facilitar la asistencia al mayor número posible de seguidores, finalmente el día elegido era el sábado 9 de Febrero en la Sala Multiusos de Zaragoza. Un lugar amplio donde poder desplegar el gran dispositivo técnico preparado para la ocasión con Carlos Martos y Héctor Sagrario tras la mesa de sonido y el director Juanma Bajo Ulloa (Airbag, Alas de Mariposa) tras la cámara, para registrar y filmar todo cuanto iba a acontecer en esta mágica noche para su posterior edición en Cd y Dvd.

Sobre las 21 horas las puertas se abrían dejando paso a los primeros seguidores que ya esperaban para acceder al recinto. A medida que iban entrando, a todos se les entregaba un bonito folleto con las fotos de los músicos participantes, los créditos de todo el equipo y un texto en el que se reflejaba la idea de esta actuación. Algo así como, el primer pero a la vez el último concierto de una gran gira por la que desfilarían muchos de los amigos que habían compartido momentos junto a Distrito. También, en el puesto de merchandising se podían encontrar camisetas conmemorativas de este concierto con unas llamativas amapolas estampadas en la parte delantera bajo el nombre de Distritocatorce & Amigos diseñadas por Susana Madueño.

Poco a poco el auditorio comenzó a llenarse de un público ansioso por contemplar la que sin lugar a dudas sería la actuación más emotiva de toda la historia del grupo. Rebasadas las 22 horas, las luces se apagaban y la música de fondo dejaba de sonar para dar paso sobre el escenario a Carlos Martín, director teatral y responsable de la escenografía del show. Ejerciendo de maestro de ceremonias, Carlos empezó a recitar el texto que aparecía en el folleto que se entregó a los asistentes a la entrada terminando con una sola palabra dedicada a todos los allí presentes: GRACIAS.

Acto seguido, los músicos fueron ocupando sus respectivos lugares con Mariano Casanova y Quique Mavilla al frente. Mariano, vestido elegantemente con un traje negro, arrancaba el concierto improvisando una verso (“No hay palabras...”) a modo de introducción para dar paso al primer tema de la noche, la melancólica “Hogar dulce hogar” de su último disco de estudio “El sueño de la tortuga”, mientras que por una enorme pantalla situada al fondo del escenario, se proyectaba una gran imagen de una luna llena. Y es que desde el primer momento cualquier detalle, tanto de puesta de escena como de ambientación, estuvo cuidado al milímetro. Sobre el escenario numerosos instrumentos hacían prever que a lo largo de la noche serían muchos los músicos que acompañarían al grupo, como la presencia de Clara Téllez (Los Peces) y Fernando Font (Intrusos) en los coros. Tras el primer tema de la noche y con los primeros aplausos ya ganados del público, el grupo comenzó su viaje a través del tiempo recalando en tres temas de su disco “La calle del sol”: “Noviembre”, “Eras tan feliz” y “La guitarra y el puñal”, esta última toda una declaración de principios donde se refleja el espíritu luchador que siempre les ha permitido crecerse ante las adversidades.

Nuevamente volvían a su último disco de estudio para presentarnos “Sunday’s girl” (inspirada en alguna de sus estancias en New York), la optimista y contagiosa “Lo mejor del mundo” con los coros de Clara y Fernando muy presentes y “Si tuviera un día más” intensa y emotiva con esos cambios de ritmo y distorsiones de guitarra que consiguen atraparte desde el principio. Concierto eléctrico y poético como así lo corroboraba la siguiente canción, “Perro de la lluvia” uno de los temas de su disco “El cielo lo sabe” considerado por Matías Uribe (uno de los críticos musicales más reconocidos de todo Aragón) como : “Uno de los mejores elepés que se ha grabado nunca en Aragón”.

En este punto de la noche, por el escenario ya había pasado algunos de los músicos que formaron parte de la banda como Javier Paricio y Juan Millán a la batería o Joaquín González a la guitarra y Alberto Gambino en el acordeón. Así que ahora era el momento de rescatar a Alberto Moliner al bajo, Tito Gracia a la guitarra e Iñaki Fernández a la batería los miembros de la formación original para recordar la aventura vivida por tierras germanas en la grabación de lo que fue su primer disco el cual nunca llegó a publicarse, permaneciendo aún hoy en día dentro del baúl de los recuerdos del grupo. Un tema que sonó potente y enérgico, aunque seguramente no tan punk como la primera etapa del grupo.

El tobogán de emociones continuaba, sin presentaciones (solo los nombres de los músicos que iban apareciendo por la pantalla del fondo del escenario) ni palabras entre canción y canción. Y es que no hacia falta añadir nada, ya que las propias canciones se encargaban de evocar sensaciones y sentimientos como la bellísima y onírica “Visita mis sueños” o “Noches con sol”, transformada respecto a la versión original gracias al trombón del ex “Huracán Ambulante” Javier García Vega y al ritmo de blues que le imprimieron.

Superado el ecuador del concierto, era el turno para una de las grandes invitadas de la noche: Aurora Beltrán. La mejor voz y compositora rockera femenina por antonomasia de nuestro país apareció radiante y bellísima con su guitarra acústica al hombro para acompañar al grupo en dos de sus grandes temas “El final” y “El sabor de mi pasado”. Aurora, junto a la voz de Mariano, se encargó de bordar dos temas que ya de por sí son de lo mejor del repertorio del grupo. Y es que las voces femeninas siempre han sentado muy bien a los temas de Distrito como lo demuestran en sus discos en directos “Noches con sol” y especialmente en el directo en Cuba “A mitad de camino” donde se aprecian los preciosos coros femeninos. Del directo de Cuba (aunque también incluido en el Cd/Dvd del “Concierto en Veruela”) y ya sin Aurora, fue el siguiente tema que interpretaron, “Ojos de miel”. Una preciosa canción con aires de vals y hermosos arreglos.

Tras Aurora, el siguiente invitado estrella de la noche subía al escenario. Enrique Bunbury se unía a Distrito para recordar tiempos pasados cuando colaboró en el disco “El cielo lo sabe”. Aunque esta vez el repertorio elegido perteneció a discos posteriores “Frío” de “El sueño de la tortuga” (canción que Bunbury ya había realizado una versión con su proyecto de “Los Chulis”) y “Soñando otra vez” incluido en “Live in Chicago” y “Concierto en Veruela”. Un mano a mano entre dos de los más grandes músicos y compositores que han surgido de Zaragoza. La ovación por parte del público fue mayúscula al finalizar cada uno de los temas, al igual que el abrazo que se dieron de despedida.

Mientras tanto, el director de cine Juanma Bajo Ulloa se movía de un lado a otro del escenario filmando con su cámara todos los detalles que ocurrían. El es el director de una película documental sobre esta despedida de Distritocatorce, para la que ha preparado un guión original. Esta peli, además de ser presentada en importantes festivales de cine, formará parte del DVD que acompañará al CD con la grabación de este concierto que se editará en los próximos meses.

La actuación prosiguió con dos piezas rockeras como “La maldición” y “Corazón Rebelde”, para luego cambiar el ritmo, pero no la intensidad, con la intimista “Canción con un verso roto”. Tras la batería pudimos ver a Ramón Gacías, otro componente destacado que pasó por el grupo aportando, no solo su batería, sino también sus conocimientos en el estudio de grabación tras la mesa de sonido.

El primer Bis del grupo llegaba con “Dices que te vas”, tal vez mi tema favorito de Distrito, que Mariano a mitad de canción dedicó a Ringo, percusionista que llevaron en sus aventura cubana y que no pudo estar presente en este concierto despedida. No sé porqué, pero esta canción me la imaginaba con los Amarales. Desconozco si hubiera sido la elegida por ellos para interpretarla, pero seguro que la voz de Eva y la guitarra de Juan le hubieran dado otra visión interesante. Finalmente Eva y Juan no pudieron acudir al concierto de despedida ya que esa misma semana se encontraban grabando su nuevo disco en New York. Otra ausencia fue la de Antonio Vega que seguramente hubiera salido para interpretar “Valium & Champagne”, una de las canciones en la que ya colaboró cuando Distritocatorce grabaron “El sueño de la tortuga”. En cualquier caso ninguna de las dos ausencias del cartel deslució un concierto idílico.

Finalmente, un nuevo descanso hacia presagiar el momento que nadie quería que ocurriese. Mariano, con su inseparable guitarra y respaldado siempre por Quique Mavilla, iniciaba los acordes de unos de los temas emblemáticos del grupo “Días de gloria”. El concierto fue una gran fiesta y una celebración por todo lo alto, aunque lógicamente el ambiente de que algo llegaba a su fin, también estaba patente. Así que todos los sentimientos y nervios contenidos por Mariano estallaron nada más comenzar a cantar la primera estrofa de “Días de gloria”. Visiblemente emocionado y con la voz entrecortada, dejó que todos los allí presentes cantásemos por él unidos en una sola voz, hasta que consiguió reponerse para retomar la canción. Poco a poco todos los músicos invitados comenzaron a reaparecer sobre el escenario para unirse a esta gran despedida y poner el broche de oro a una historia llena de pasión, lucha y amor por la música. Aplausos, vítores y lágrimas para despedir a uno de los grupos más grandes que ha dado Zaragoza. Distritocatorce nunca volverán sobre un escenario, pero sus canciones siempre permanecerán en el tiempo y en la memoria, generación tras generación, haciéndonos soñar otra vez.

Juan Garrancho